miércoles, 27 de abril de 2016

Amigo, voy a cambiarte el nombre...

Y si, es en serio. Te llamaré JUSTO. ¿Sabés por qué?
1) Porque apareciste, JUSTO cuando mis sentimientos estaban en OFF.
2) Porque nos encontramos, JUSTO cuando estaba a punto de entablar una relación con mi soledad.
3) Porque te vi, JUSTO cuando mi tempestad se volvió calma.

JUSTAMENTE, se dio porque tu sonora carcajada, aún forzada, derrite hasta el corazón más duro. Y al mío lo pulverizó. 

¡Y te juro con JUSTICIA, que no estabas en mis planes! ¡Qué cuando llegaste, tenía prohibida cualquier emoción! En nuestra defensa diré que fuiste un JUSTICIERO que sólamente quería compartir una silla y un rincón en un Video misterioso; y JUSTAMENTE pudo más mi voz interior que tu curiosidad.  

Y si conversar, reír, chismear y compartir FUE el "punto alto del día" tantas veces y se convirtió en un acto de JUSTICIA por tantos meses. ¿Por qué habría de variar ahora que le hemos ganado la batalla a la duda, que identificamos debilidades y fortalezas, que nos conocemos por dentro y por fuera (¡miau!). JUSTO ahora que intentamos respirar paz, ¿lo hacemos juntos? (sosteneme, please!)

Permítame Usted, echar de nuevo en nuestra cajita de Pandora, la eterna promesa de protección y ternura que tácitamente acordamos un día. Permítame Usted, reforzar mi compromiso de verlo en otra dimensión -o quizá en un lugar público- sin temores, ni remordimientos. Permítame Usted, compartir en silencio y con miradas cómplices, un sentimiento hermoso, que nació en un momento inJUSTO. ¿Si?

¿Es lo JUSTO, verdad?


¿Por qué no cambiarte el nombre? Si ya entendimos el "para qué" y sabemos que las amarguras no son amargas cuando las canta Chavela Vargas. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario